Según un estudio realizado por el Jardín Botánico de Río de Janeiro en 2020, se han catalogado más de 46 mil especies nativas en el territorio brasileño, de las cuales casi la mitad son endémicas, es decir, ocurren exclusivamente en Brasil y en ningún otro lugar del mundo de forma natural. Un número exorbitante que refleja la diversidad de la flora encontrada en el país.
Sin embargo, a pesar de esta rica naturaleza, durante mucho tiempo los proyectos paisajísticos desarrollados en Brasil estaban condicionados al uso de especies exóticas. Fue solo alrededor de 1940, con Roberto Burle Marx, uno de los principales arquitectos paisajistas del siglo XX, que el uso de plantas nativas brasileñas comenzó a ser adecuadamente incorporado en los proyectos nacionales.
Desde entonces, los jardines compuestos por especies nativas se han vuelto cada vez más presentes en los proyectos brasileños, enmarcando y valorando la arquitectura del país. Además del evidente atractivo estético, el uso de especies nativas trae una serie de beneficios tanto para el medio ambiente en general como para el propio jardín y sus usuarios. Entre ellos, se puede destacar la preservación de la biodiversidad, teniendo en cuenta la relación de las plantas nativas con la vida salvaje y los insectos locales, lo que también incluye la atracción de polinizadores y contribuye a la salud del ecosistema; la adaptación a las condiciones locales, lo que resulta en la necesidad de menos agua, fertilizantes y mantenimiento en general, en comparación con especies exóticas, o el aumento de la actividad microbiana en el suelo, promoviendo la salud de la tierra debido a que generalmente tienen sistemas radiculares profundos que mejoran la estructura del suelo y previenen la erosión.
Entre guaimbés, pacovás, marantas y helicónias, a continuación se presenta una selección de proyectos de casas brasileñas que incorporan especies nativas en su paisajismo.